Jueves 13 de abril a las 9:00… éramos nueve, todos ellos pertenecientes a la raza de los empresarios, y todos dispuestos a encontrar nuevos caminos por los que transitar; de no ser así, ¿qué otra razón nos habría llevado a sentarnos ante una mesa de reuniones en una de las salas más bonitas de Oviedo?
En el Workcafé Santander, encontramos un rincón diferente, donde poder hablar con total confianza y confidencialidad; era un entorno único creado específicamente para los negocios, en el que el aroma a café formaba parte del aire que respirábamos.
Todos llegamos con nuestra carga emocional, como no podía ser de otra forma, ya que el tema central de la reunión era la “gestión emocional en los negocios” ; sin embargo, poco a poco, el clima que lógicamente era intenso en un principio, se convirtió en confianza, y dejamos atrás esos primeros momentos de tensión.
Hablamos y hablamos, opinamos, “salvamos el mundo” y aprendimos de las experiencias de todos.
Fue como una reunión de alquimistas, donde cada uno de ellos aportaba su propia fórmula para la creación de un negocio exitoso. La gestión emocional era uno de los ingredientes clave en esa fórmula, como la pólvora lo es en la creación de una bomba explosiva. Si se maneja adecuadamente, puede ser una fuente de energía que impulse el éxito empresarial, pero si se descontrola puede ser destructivo.
Después de nuestro ritual en la mesa de negociaciones, en el que lanzábamos al aire posibles ideas para alcanzar el éxito empresarial, y una vez acabado el tiempo en la sala, ocupamos el nivel superior, donde, ahora sí, el olor que antes nos despertaba la imaginación, se convirtió en auténtico café real, que saboreamos con intensidad, sentados ante las mesas, igual que si fuéramos amigos de toda la vida.
Continuamos nuestra conversación, como si no hubiera habido cambio de escenario, pues aunque el entorno nos invitaba a seguir hablando y hablando, lo importante, como en todo, somos las personas.
Hablamos de nuestros negocios, de nuestros sueños, de nuestras ideas y de todo aquello que consideramos adecuado poner sobre la mesa, hasta que, casi 4 horas después de haber empezado la reunión, decidimos que ya era hora de volver a la realidad de nuestros mundos y continuar con la gestión de nuestros negocios.
Eso sí, que nadie nos quite la sonrisa de la cara, que nadie nos quite los buenos recuerdos, que nadie nos quite los nuevos encuentros que ocurrieron ese día…
Y que nadie nos quite las ganas de repetir.
José Ignacio Méndez
AEMME – Asociación Española Multisectorial de Microempresas
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ASTURIAS – España